De ciudad en ciudad, de Estado en Estado, imparables son ya los casos de volencia por personas armadas en Estados Unidos. No es necesario siquiera ser un intelectual ni realizar demasiados análisis para darnos cuenta que es ya, al parecer, una situación imparable.
No es solo en las calles. Cines, teatros, escuelas, templos, supermercados, en cualquier sitio la inseguriddad se apodera de la ciudadanía norteamericana, cuyo gobierno gasta millones en guerras innecesarias en todo el mundo, aumenta las leyes discriminatorias contra los emigrados, expone en TV los debates de los candidatos presidenciales más irónicos y contradictorios que pueda apreciarse.
Mientras tanto, se hace común que medios de prensa de todo el mundo se hagan eco de la muerte de personas a causa de las armas de fuego y los propios estadounidenses refieran gran preocupación por los hechos de las últimas semanas, cada vez más contínuos y con mayores consecuencias. El respeto a la vida se ha perdido en toda su dimensión. No hay derecho a la tranquilidad ciudadana en medio de tales acontecimientos.
Hace 72 horas fue en una escuela mientras se iniciaba el nuevo curso escolar, hace apenas semanas en un cine, hoy en un supermercado de Nueva Yersey en el que murieron tres personas por un tiroteo protagonizado por un exmarine que usaba traje de camuflaje y portaba un rifle de asalto y una pistola. Sus víctimas, un chico y una chica, además del propio atacante.
Medios de prensa de todo el mundo, redes sociales y televisoras reportan cada uno de estos hechos, replican informaciones oficiales de la policía y las autoridades territoriales en cada caso. En todos los casos, se comenta sobre el historial - los antecedentes - de los responsables: desde adolescentes, jóvenes, ex-militares, miembros de grupos fascistas, gente común. Claro está, en sus mentalidades solo está la posibilidad de tener un arma como único modo para defenderse, sentirse fuertes o llamar la atención sobre algo y en el peor de los casos, dejar libre rencores o venganzas por hechos del pasado o de un presente fracasado.
Al final, el gobierno solo decreta luto, orienta seguir las investigaciones y se pronuncia rechazando estos actos de violencia.Claro está, no veremos otra reacción en la más alta esfera de esa sociedad. No les interesa, no les conviene, no pueden enfrentar la maquinaria armamentista que tanto dinero les da, que los mantiene, que los eleva y los hace imponer un poderío mundial.
Recuerdo entonces las viejas películas hollywodenses del oeste en la que
todo se resolvía a tiros y sin pretender ser demasiado pesimista, desear que no siga la imparable cadena de muertes por violencia en ese país. El pueblo norteamericano, la gente común., no lo merecen. No es eso lo que queremos para el mundo, para el futuro de nuestros hijos, de la humanidad, aunque al parecer es ya parte indisoluble de esa sociedad.
Nueva matanza en Estados Unidos
Cultura de la Violencia en Estados Unidos
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