Asistir a un hospital en Cuba, ser atendido, recibir orientaciones médicas, obtener medicamentos, se hace tan natural que pocas veces nos detenemos a pensar cuánto ha costado y cuesta cada día tener estos beneficios. Claro está, el gobierno revolucionario cubano ha puesto siempre, entre las prioridades lógicas de una sociedad que tiene al hombre como centro, la salud humana y la atención integral que contribuyan a la calidad de vida.
Pero no todo es color de rosas en las instalaciones de salud con que contamos hoy. No es igual la atención médica en todos los lugares pues la subjetividad y profesionalidad del personal son temas en los que todos los días se debe repensar y trabajar. Tampoco nos son ajenas las necesidades materiales, físicas y económicas en general que durante los años 90 y hasta nuestros días han generado un desgaste importante de las condiciones sanitarias, de infraestructuras e insumos que influyen en el trabajo diario de nuestro personal asistencial.
Pero sigue siendo la salud pública una conquista primaria que a toda costa defendemos. Por eso, en los últimos años, junto a la reestructuración e institucionalización del país, la reorganizacion de la fuerza laboral y los recursos económicos de que disponemos, se realiza un importante esfuerzo por mejorar nuestros centros de salud.
Una gran inversión se realiza hoy en los hospitales de la capital cubana. Un ejemplo de ellos es el Hospital General Docente Julio Trigo del municipio Arroyo Naranjo, que tras 25 años sin someterse a un
proceso constructivo profundo, se enfrenta hoy a la renovación de sus instalaciones sin detener los
servicios médicos a la población.
Un equipo de Cuba Hoy estuvo recorriendo sus instalaciones. Allí constatamos cuánto se puede hacer, si de voluntad y esfuerzos se trata, para renovar la esperanza.