Rayos del sol anuncian ya el final del día |
Es como casi todas las capitales, el mayor centro del ajetreo y la algarabía, ese lugar del que a veces quisieras escapar corriendo, pero vuelves a él y no puedes desprenderlo de ti, ni dejarlo atrás, ni alejarte mucho tiempo, ni evitar sentirte parte de su esencia. Por eso disfrutamos de cada uno de sus rincones, de la cotidianidad que emerge de sus días, de sus colores y encantos; y a la vez, nos duele cuando la maltratan, cuando los años le pesan mucho y se desmembra una parte -una edificación-, por muy pequeña que sea.
Recorrer sus calles, sus lugares históricos o emblemáticos, apreciar la cotidianidad de su gente, las cosas pequeñas que todos los días la hacen grande, es uno de los momentos de disfrute de los que convivimos en ella.
El Malecón habanero |
Mar y cielo se unen en un tono azul único |
Lugar para compartir después del trabajo |
Calle Infanta y Malecón |
El hermoso y contradictorio mar que nos une y nos separa |
En Hotel Nacional de Cuba |
Pescadores se alistan para la noche |
Algunos pescan desde temprano |
Siempre alguien disfruta en las rocosas costas |
Los cubanos salen del trabajo |
Paz y tranquilidad se respira en este ambiente citadino |
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