Víctima de la explosión de una bomba colocada por manos enemigas desde el exterior en el hotel Copacabana, donde se hospedaba desde hacía casi dos meses, el joven Fabio se convirtió así en un símbolo y una motivaciòn más para todos aquellos que desde Cuba o en cualquier parte del mundo luchamos por la justicia, la paz, contra el terrorismo y las guerras.
Según la investigadora Acela Caner, autora del libro Fabio, el muchacho del Copacabana, el joven italiano se encontraba en La Habana en funciones de negocios y aspiraba a establecerse como residente permanente en esta ciudad. Había nacido en Génova en junio de 1965 y era el menor de tres hermanos en el seno de una sencilla familia.
Conocido tambien por su pasión por el deporte, especialmente el fútbol, cuentan amigos y familiares cercano, que sentía una especial atracción por Cuba y aconsejaba a los que se le acercaban en su país, visitar esta isla del caribe.
Recuerdo que escuché hablar por primera vez de él cuando era apenas una adolescente y a veces, ni siquiera entendía todo lo que se decía en los medios de prensa -especialmente en la TV- sobre este hecho. Pero el año 1997 fue especialmente perturbador para los cubanos, varios atentados con artefactos explosivos fueron colocados en centros turísticos, con total desprecio por la vida humana y uno de estos el que apagó la luz vital de Fabio.
Pero enseguida la verdad se abría paso: fue el salvadoreño Raúl Cruz León quien cumplió parte de un plan de acciones terroristas organizadas por la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), radicada en Miami. Mentes criminales como la de Luis Posada Carriles estaban detrás de estos hechos, personaje siniestro que hoy se pasea impunemente por las calles de la Florida en Estados Unidos y es homenajeado, con tranquilidad y pretendiendo ignorar sus palabras ante la muerte de este joven: "estaba en el lugar equivocado, en el momento equivocado".
Tras el paso de todos estos años y el sufrimiento enorme causado a los familiares de Fabio, su padre ha dedicado el resto de su vida a vivir entre cubanos, a realizar los sueños de su hijo, a compartir la lucha de este pueblo por la verdad, enfrentar las agresiones mediáticas contra la isla y se unió incansablemente a las acciones por la liberación de los cinco cubanos presos en cárceles norteamericanas por combatir el terrorismo.
Este 4 de septiembre, con el mismo dolor e indignación del primer día, Giustino Di Celmo, este anciano firme y sufrido se levanta sobre su pena y nos regala un enorme ejemplo de dignidad en estas palabras:
La Habana, 4 de septiembre de 2012
Declaración de Giustino Di Celmo
Ningún dolor puede ser más grande que la muerte de un hijo y más aún cuando es causada por un hecho violento y cruel…
Hace 15 años, el 4 de septiembre de 1997, una bomba asesina colocada en el lobby del Hotel Copacabana, apagó la vida de Fabio Di Celmo, mi hijo, mi Fabiucho, un joven que apenas había vivido 32 años cuando fue víctima inocente de una acción terrorista que sumió en la desesperación y el dolor a toda mi familia…
Recientemente, el 1 de junio de 2012, fecha en la que Fabio hubiera arribado a los 47 años de vida, murió su mamá, Ora Bassi, mi compañera por más de sesenta años, mi esposa, mi amor. Ora, compartió conmigo la pena de haber perdido a Fabio, el más pequeño de nuestros hijos. Ella murió sin el consuelo de saber que el organizador y mayor responsable de ese acto terrorista, fuese juzgado por su crimen. Eso no es justo.
Luis Posada Carriles fue el organizador del acto terrorista que mató a mi hijo. No podré olvidar jamás las declaraciones de este criminal, publicadas por The New York Times los días 12 y el 13 de julio de 1998, cuando tras reconocer que había pagado la mano asesina del mercenario salvadoreño que puso la bomba en el Copacabana, sin ningún pudor confesó a la periodista que no le preocupaba la muerte de Fabio y que él dormía como un bebé porque: “El italiano estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado”.
Sin embargo, a pesar de las múltiples denuncias, Luis Posada Carriles, terrorista comprobado y confeso, camina libremente por las calles de Miami y recibe reconocimientos y honores de parte de la mafia cubano americana y la extrema derecha de los Estados Unidos de América. La farsa de su juicio en El Paso, Texas, colmó la copa… Solo se le juzgó por mentiroso, aunque quedó demostrado que había sido el mandante de la muerte de Fabio…
Yo les pregunto:
¿Cómo es posible que un país que
dice condenar el terrorismo albergue a este terrorista con una larga
hoja de crímenes que incluyen la voladura del avión de CUBANA en Barbados, el asesinato de cientos de venezolanos y la muerte de mi hijo?
¿Cómo es posible que el Gobierno
de Estados Unidos, incluya a Cuba en una lista de países terroristas,
cuando Cuba solo ha sido víctima de las acciones terroristas organizadas
por criminales que ellos han protegido y pagado?
¿Por qué los grandes medios de
difusión no hablan de que Cinco antiterroristas cubanos guardan prisión
en cárceles norteamericanas por tratar de evitar hechos terroristas en
Cuba, mientras los terroristas viven libremente en Estados Unidos?
¿Cómo es posible que los grandes
medios de prensa mantengan el silencio ante tamaña injusticia y nieguen
al pueblo norteamericano la oportunidad de conocer la verdad?
Podría hacer muchas preguntas que harían interminable mi declaración.
Las respuestas confirmarían la doble moral del Gobierno norteamericano y
de la gran prensa ante el terrorismo.Solo quiero decir a todos que soy un hombre de paz y de trabajo. Un hombre de 92 años, que a pesar de su dolor, no anida mezquinos sentimientos de venganza. Desde que Fabio murió juré no descansar hasta que se hiciera justicia, así me quedé en Cuba. Quiero participar en toda la lucha que hace este país por la justicia.
Yo juré quedarme en Cuba hasta el último instante de mi vida porque, como ya he dicho muchas veces, yo veo a Fabio todos los días por las calles de La Habana: en la cancha donde él jugaba fútbol; en el restaurante que él había soñado y que hoy lleva su nombre. Paso todos los días por la casa donde Fabio vivía, y siento que así puedo cuidarlo, porque un buen padre nunca abandona a sus hijos.
Agradezco mucho todas las personas me han dado una frase de aliento; a quienes no me han abandonado en esta lucha por la verdad y la justicia, a quienes trabajan por romper el muro de silencio sobre las acciones de terrorismo contra Cuba; a los Cinco cubanos que infiltrados en grupúsculos de la mafia miamense expusieron su vida, su familia y su felicidad por tratar de evitar actos terroristas como el que tronchó la vida de mi hijo; agradezco al Gobierno y al Partido Comunista de Cuba, al Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, a la Asociación de Amistad Italia Cuba, AsíCuba Umbria, a La Villeta, al Comitato Fabio Di Celmo y a todas las instituciones que en Cuba y en Italia me han apoyado en este empeño. Un agradecimiento muy especial al pueblo de Cuba, a cada una de esas personas que me encuentro por las calles y me abrazan en nombre de Fabio. Todos me hacen sentir que los Di Celmo no estamos solos cuando seguimos clamando JUSTICIA por Fabio ante los oídos sordos del Gobierno que cobija al mandante…
Por último, quiero hacer llegar mi agradecimiento y respeto al comandante Fidel Castro. Quiero que Fidel conozca que no cejaré en la lucha porque Luis Posada Carriles y todos los demás terroristas comparezcan ante la justicia. Siempre rechazaré la hipocresía y la doble moral del Gobierno de los Estados Unidos, no me cansaré de cumplir con mi decisión de luchar hasta el último momento de mi vida. Sueño volver a abrazar a Fidel, como un día él nos abrazó a mí y a Ora y decirle: ¡Vio mi Comandante, se ha hecho justicia…los terroristas han sido juzgados… Nadie más llorará por sus crímenes, como lloramos Tiziana, Livio, mi mujer y yo…!
Pido a todos ustedes que me permitan cumplir este sueño. Juntos podremos lograrlo si denunciamos la injusticia y la doble moral de los imperialistas, si luchamos porque Luis Posada Carriles pueda ser extraditado a Venezuela para ser juzgado por sus crímenes; si luchamos por la libertad de los Cinco y por la paz en un mundo mejor para todos.
Muchas gracias,
Giustino Di Celmo
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