En Cuba se han vivido estos días como si se tratara de un
solo pueblo. Hemos sentido incertidumbre, alegría, satisfacción, insomnio, anhelo
y sobre todo confianza en que al final sería todo con la misma tranquilidad y transparencia con que transcurrió este día de
votaciones.
Junto a los caraqueños – de manera especial- estuvimos en
las 7 avenidas colmadas a menos de 48 horas de los comicios, nos contagiamos
con su entusiasmo, escuchamos al presidente-Comandante que, erguido bajo la
lluvia, cerraba una campaña electoral única, convertida ya en fiesta de pueblo.
Mucho se especuló en el mundo durante meses, días, horas
antes sobre esta jornada. Pero los cubanos sabíamos que todo estaría bien, que
Venezuela daría al mundo una muestra de dignidad y respeto a los derechos
elementales del ser humano, empezando por el deseo y la fuerza para construir
su propio destino.
Por eso, junto a ellos estuvimos también desde las primeras
horas del domingo en los colegios electorales, en las calles, parroquias,
disfrutando de los fuegos artificiales, la música… y aprendiendo de un proyecto
de elecciones bien democráticas, solidarias, masivas, activas, organizadas.
No faltó una información en la radio, en la prensa escrita,
en la TV y en las redes sobre este día único, que no fuera de nuestro interés y
seguimiento especial. Y al final de la jornada: la gran noticia, lo más
esperado: ¡Chávez venció!. Los números hablan por sí solos. Se rompieron todos
los pronósticos. Y más que él: Venezuela, Latinoamérica, todos hemos vencido.
Confieso que no hubo grandes asombros, pero es tanto el
regocijo, la alegría, que nos parece estar viviendo eso aún, aunque ya casi han
pasado 24 horas. Las familias cubanas lo hemos disfrutado: reímos, lloramos,
cantamos y nos mecimos al ritmo de ¡Chávez es Corazón!
Se reafirma entonces un camino, un destino, más sueños por
construir, por forjar y más todavía por
dar. Ante todo, entonces, la felicitación enorme y el abrazo sincero a ese
pueblo, a todos los cubanos que compartimos con alegría este triunfo, a los
miles que hoy cumplen misión internacionalista en ese hermano país sembrando
paz, esperanza y amor.
Pienso también en este minuto en todos los amigos del mundo
que vivimos juntos –aunque sea con el pensamiento- este día de luz entre tantas tinieblas guerreristas que sufre
este mundo nuestro. Porque Venezuela, Chávez y el ALBA son y seguirán siendo
eso, una luz.
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