Dicen que un héroe está de cumpleaños. Y creo que sí, es
verdad. Pero prefiero decir que un gran
cubano, un hombre sencillo de este pueblo, un ciudadano común de esta Patria,
celebra hoy su día rodeado de emociones y buenos augurios de millones en el
mundo que lo quieren y que más que todo, desearían hoy verlo feliz.
Sé que ha
dicho que es feliz, porque vive plenamente orgulloso y consciente, tranquilo de
cumplir con el deber y con la misión moral y humana que la vida le impuso, con
el compromiso con su pueblo, con su familia, con el futuro. Sé también lo mucho
que agradece cada palabra de apoyo, cada gesto de solidaridad, cada abrazo
desde la distancia, cada felicitación que reciba, aunque sea desde el
pensamiento.
Pero Gerardo - como el resto de sus compañeros- necesita más,
merece más, sueña con más, aunque su humildad de hombre gigante no le permitan
gritarlo al mundo.
Imaginemos entonces que Gerardo estuviera hoy en su tierra. Quiero pensar que sí. Seguramente a las 12 de la noche hubiera recibido el anhelado beso de Adriana y el más tierno de los abrazos. Con los primeros rayos del sol, recibiria muchas, muchas llamadas telefónicas de felicitación; entre las primeras, sin dudas, las de sus cuatros hermanos de lucha y sus familiares, que son parte de él mismo y de su familia, quienes lo invitarían a almorzar, a compartir un rato juntos.
Durante ese rato hablarían mucho de los años vividos, de las experiencias amargas y las enseñanzas, de la gente linda que los acompañaron y por muchos motivos ya no están, de los proyectos en que trabajan hoy, de los planes futuros. Unos tragos de buen ron cubano, un poco de música, unas masas de cerdo frito y alguna que otra cerveza los acompañarían, entre risas, fotografías, anécdotas, travesuras.
Allí seguro estaría Mirta, y Magalys, o Irma, quienes se le acercarían al oído y le dirían: "te damos este beso, hijo, como si fuera una bendición, un augurio de muchas cosas buenas, como si te lo diera ella, tu madre, que de cierta forma está aquí siempre". Gerardo entonces las abrazaría y sí, pensaría en ella, en muchos, en todos.
Pero este sería un día de alegrías, no de tristezas. Por eso también visitaría a algún que otro amigo de sus años más juveniles y en la tarde, quizás tomaría de la mano a su amor, caminaría por las calles de la Habana, miraría intensamente el mar, la agitada vida citadina, se sentaría en un parque y vería los niños alborotándolo todo...quién sabe entonces si anhelara, para su próximo aniversario, tener a uno entre sus manos, al hijo deseado que tanto han soñado juntos, aunque casi siempre desde la distancia.
Y es que prefiero pensar en Gerardo hoy, como un hombre feliz, aunque la injusticia le ha arrancado muchas cosas lindas, pero aún le queda mucho por vivir, en libertad, junto a los suyos, en su tierra, soñando, construyendo, forjando, como lo ha hecho hasta ahora, aunque en otras condiciones.
Prefiero pensarlo sonriéndole a la vida, haciendo caricaturas, diciendo chistes, abrazando su bonsai, y compartiendo como un cubano más, los avatares de esta nave nuestra, tan cubana, que tanto necesita de hombres como él.
Por eso tantos hoy le cantamos !Felicidades!, lo celebramos, lo abrazamos y lo esperamos siempre, para reir entre todos por los muchos cumpleaños que le debemos, que nos debemos.
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